Experimentar el duelo por una separación es como atravesar un oscuro valle. Las emociones pueden abrumarte, desde la tristeza profunda hasta la confusión y el enojo.
Pensamientos muchos te invaden: no puedo vivir sin
este amor, la vida no merece la pena si no continúa esta relación, si no puedo volver a
tenerlo o tenerla entre mis brazos, si ya no puede continuar este proyecto de vida que
habíamos iniciado, si todo lo que había imaginado y querido no se puede realizar. El corazón está roto, la esperanza de ser feliz se ha
desvanecido.
Si experimentas todo esto, significa necesariamente que has amado de veras, y te has sentido
igualmente querida(o), al menos durante un tiempo, cuando ese futuro aún existía como
horizonte vital posible y deseable para ambos.
Los individuos que no tienen el corazón roto despues de una ruptura son quienes nunca han querido a
ese alguien, y que deseaban estar con él por alguna otra razón —generalmente por deseo
de posesión o de control para compensar una autoestima baja o muy frágil, pero también
por mero deseo sexual o interés de cualquier otro tipo—. Si experimentan un dolor es porque su vanidad, o su orgullo, o sus expectativas de obtener un interés fueron frustradas.
Pero tú, te duele tanto esta situación que en ocasiones deseas que la relación regrese, que todo vuelva a ser como antes, experimentas un sentimiento
legítimo de que le necesitas, en el sentido más fuerte de esa palabra; esto es, que esa
relación vuelva a nuestra vida porque no imaginamos otro futuro al de estar con ella, sin embargo no lo exiges, dejas que las cosas sigan su rumbo. El enamorado con el corazón roto puede pedir con
vehemencia, exhortar con mil razones para que se produzca el reencuentro, insistir hasta
un punto, pero no ordenar.
«Daría todo lo que tengo para que volvieras conmigo, pero yo no puedo tomar esa decisión que te corresponde sólo a ti; me hundirás en la miseria si me rechazas definitivamente, pero nada más está en mi mano»
En los casos donde hay acoso, persecución, amenazas, estamos ya pisando el terreno del abuso y la coacción. Para mí ésa es la prueba de que quien obra de este modo no quiere
realmente a esa persona; querrá, como he dicho antes, volver a tenerla, pero no será por
amor, sino por razones egoístas, porque no quiere verse humillado («¿quién es ella para
dejarme?») o porque su miedo a sentirse incompetente y fracasado ante la vida le impele
a desoír lo que realmente desea ese otro que no quiere volver.
Pero tú, tú que me lees, has de
aceptar que el objeto amado diga «no». No te quiero, o no te quiero ya, o aquello que
sentía meses o años atrás desapareció, o te quería pero tú no estuviste a la altura, o me
he dado cuenta de que realmente necesito a alguien que no eres tú. Entiendo tu dolor, y sé que quizás es más acendrado si realmente cometiste los graves errores que tu ex pareja te señala: «te amé, pero tú no estuviste a la altura, ahora es tarde, lo
siento». Y sé, que el dolor puede ser más llevadero, en cambio, si siempre hiciste lo posible
por demostrar esa devoción, por querer hacer dichosa a esa persona; sí, puede que esa
conciencia de «haber hecho todo lo posible» limite los estragos del abandono; al fin y al
cabo uno siempre puede decirse que lo intentó hasta el límite de sus posibilidades, y que
finalmente tuvo que ceder ante la persistencia de la pareja en marcharse, en buscar otros
escenarios donde vivir y enamorarse de nuevo.
Es duro querer y que no nos quieran, pero ese hecho forma parte de la vida
desde el principio de los tiempos. Negarse a aceptar que una persona ya no nos quiere
es negar la propia vida tal y como es. Claro que ahora el
lector puede decir: «No, no se trata de que yo quiera que todas las personas con las que
yo me relaciono hagan lo que yo deseo; yo sólo quiero que esa persona en particular,
Laura (o Andrés), comprenda cuánto la amo y lo feliz que, estoy seguro, sería conmigo».
Pero la cuestión es que ése es uno de los ejemplos o formas en que se materializa esa
idea irracional: si no podemos hacer que la gente haga lo que desearíamos que hiciera,
¿por qué ha de ser diferente cuando se trata de alguien que nos está diciendo con sus
palabras y actos que ya no desea seguir con nosotros?
Te invito a aceptar tu dolor y soltar
El escritor Julian Barnes señaló en una de sus novelas más personales:
«Para la mayoría de nosotros, la primera experiencia del amor, aunque fracase —quizás especialmente cuando fracasa—, promete que es eso lo que valida, lo que reivindica la vida. Y aunque los años posteriores pueden alterar esta idea, hasta que algunos de nosotros la repudien totalmente, cuando el amor hiere por primera vez, no hay nada igual».
El desamor hiere, sea la primera vez o la segunda o la tercera, siempre está la lucha enormemente costosa de tener que aceptar la realidad: «Ya no me quiere», y sobrevivir
mediante la conclusión inevitable: «Y tengo que seguir adelante».
El corazón roto requiere ese convencimiento, y el tránsito del tiempo, porque si bien
no siempre es cierto ese dicho tan viejo de que «el tiempo todo lo cura» (porque hay
heridas que jamás cicatrizan), sí que, al menos, en cuestión del amor no correspondido lo
amortigua, lo sofoca, lo desvanece al menos para que podamos enderezar de nuevo el
rumbo. Otro gran conocedor de la psicología humana y literato, Javier Marías, lo escribió
de modo diáfano:
(e)
«[Los enamoramientos] jamás terminan de golpe, ni se convierten instantáneamente en odio, desprecio, vergüenza o mero estupor, hay una larga travesía hasta llegar a esos sentimientos sustitutorios posibles, hay un accidentado periodo de intrusiones y mezcla, de hibridez y contaminación, y el enamoramiento nunca acaba del todo mientras no se pase por la indiferencia, o más bien por el hastío, mientras uno piense: «Qué superfluo volver al pasado».
¿Qué sucede si nos negamos a aceptar esa realidad, a pesar de todo? Entonces
caeremos en la depresión o nuestro futuro quedará hipotecado como siempre sucede
cuando nos aferramos a ilusiones o fantasmas. O nos llenaremos de amargura y entonces
no volveremos a confiar en nadie, solazándonos en nuestro propio dolor. Y de este modo
olvidaremos el mensaje contenido en esa cita tan conocida de C. S. Lewis:
Amar por completo es ser vulnerable. Ama lo que sea y tu corazón llorará y posiblemente se romperá. Si quieres asegurarte de mantenerlo intacto, no debes dárselo a nadie, ni siquiera a un animal. Envuélvelo cuidadosamente con pasatiempos y pequeños lujos evitando todo tipo de enredos. Guárdalo seguro en un cofre u oculto detrás de tu egoísmo. Pero en ese cofre, seguro, oscuro, inmóvil, sin aire, cambiará. No se romperá, sino que se convertirá en inquebrantable, impenetrable, irredimible. Amar es ser vulnerable.
Acepta que has amado; acepta que ya no lo eres; acepta que esa persona tiene la
voluntad —que tú no puedes controlar— de desaparecer de tu vida; acepta que has
vivido porque te has atrevido a amar, o al menos lo intentaste de acuerdo con tus
posibilidades. Acepta que no importa la traición o desamor que recibiste —si es el caso
—, ahora has de seguir adelante y, sobre todo, si tienes hijos, acepta que ellos no han de
ser víctimas colaterales de ese amor que ya no volverá.
Consejos para sobrevivir a una separación
Ha sido un viaje emocional intenso, pero estoy agradecido de saber que me has leido hasta acá. En la travesía del duelo por la separación, cada uno ha experimentado un torbellino de emociones, y quiero ofrecerles algunos consejos finales para ayudarles a avanzar hacia la sanación y el renacimiento.
1. Permítanse Sentir:
El primer paso hacia la curación es permitirse sentir. No repriman las emociones; déjenlas fluir. Llorar no es una señal de debilidad, sino un testimonio de su humanidad y de que están dispuestos a enfrentar la verdad de su experiencia.2. Aprende a disfrutar tu soledad
Aprender a estar solo no es fácil, pero superar el apego afectivo lo requiere. Primero que nada, debes ser feliz estando solo, sin más compañía que tú mismo. Esto requiere práctica, pasar tiempo en soledad, reconciliarse con uno mismo. Siendo consciente de que la felicidad es posible estando solo, tendrás la madurez emocional suficiente para poder compartir tu vida con alguien de manera absolutamente independiente desde el punto de vista emocional.3. Nutran el Autocuidado:
La sanación comienza desde adentro. Prioricen su bienestar físico, emocional y espiritual. Asegúrense de descansar lo suficiente, alimentarse bien y encontrar actividades que les brinden alegría y paz. La relación más importante que tienen es con ustedes mismos.4. Conecten con una Comunidad de Apoyo:
No están solos en este viaje. Busquen el apoyo de amigos, familiares o grupos de apoyo. Compartir experiencias similares puede ser reconfortante, y la conexión con otros puede proporcionar una red de seguridad durante los momentos difíciles.5. Cultiven la Esperanza:
Miren hacia el futuro con esperanza. La vida tiene muchas sorpresas y oportunidades esperándolos. Cultiven la esperanza, mantengan sus corazones abiertos y recuerden que cada día es una nueva oportunidad para crecer y ser felices. Como señala el escritor y psicólogo clínico Vicente Garrido en su libro ¿Cómo sobrevivir a una ruptura? Si tenemos la vista puesta en el horizonte correcto, llegaremos a puerto fatigados y doloridos, pero también sanos y salvos..
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