Mi hijo tiene dislexia. ¿Qué hago?

Si un niño no lee y escribe correctamente, se puede quedar por el camino.

En la actualidad, hay niños inteligentes que suspenden en la escuela, y no es porque sean vagos o despistados, sino porque tienen dislexia y no lo saben. Además, la mayoría de la gente de su entorno normalmente tampoco lo sabe. Para una persona con dislexia, es extremadamente difícil averiguar que tiene una dificultad de lenguaje porque no puede percibir si está leyendo correctamente o no, y tampoco puede percibir sus propios errores.

Todavía en la actualidad, el bajo rendimiento escolar sigue siendo uno de los indicadores más frecuentes para detectar dislexia. En 2017, el abandono temprano de la educación se sitúa en el 18,3 %. Se desconoce una estimación en la población de habla hispana que especifique el porcentaje de niños con dislexia que no terminan la Educación Secundaria. No obstante, se sabe que la dislexia y el bajo rendimiento escolar están relacionados. Es más, la dislexia también está relacionada con la población en riesgo de exclusión pues, por ejemplo, un estudio realizado en los centros penitenciarios de Suecia demostró que el porcentaje de dislexia era mayor entre los presos que en la población general.

¿Qué es la dislexia?

La dislexia es un trastorno del aprendizaje que afecta a la lectura, la escritura y la ortografía. Tiene un origen neurobiológico y se suele heredar por familias. No significa que las personas con dislexia sean menos inteligentes o que no quieran aprender, sino que su cerebro procesa la información de forma diferente.

Como la propia definición especifica, la dislexia no está relacionada con la inteligencia general. Existen personas con dislexia con diferentes cocientes intelectuales (CI). De hecho, los profesionales suelen aplicar para sus diagnósticos de dislexia un test de inteligencia para descartar otras posibles causas. Si el niño presenta inteligencia normal o superior, pero no logra las habilidades lingüísticas de lectura, escritura y ortografía en consonancia con su edad y sus habilidades intelectuales, tiene posibilidades de tener dislexia y entonces se le aplican test específicos de lenguaje.

¿Cómo se diagnostica la dislexia?

La dislexia solo se puede diagnosticar mediante una evaluación exhaustiva e integral hecha por un especialista en lectura o un psicólogo, ya sea dentro o fuera de la escuela.

Algunos signos que pueden indicar que un niño tiene dislexia son

: Dificultad para aprender el abecedario, para asociar los sonidos con las letras, para leer palabras sencillas, para deletrear, para comprender lo que lee, para expresarse por escrito, para recordar instrucciones o secuencias, etc. Estos signos pueden variar según la edad y el nivel de desarrollo del niño.

Recomendaciones para los padres de familia de niños (as) con dislexia

1. Identificar exactamente el tipo de dislexia que tiene el niño y las áreas que le cuestan más, para poder adaptar las actividades y los materiales a sus necesidades.

2.No caer en la tentación de evadir el problema o de negar la existencia de la dislexia. Es mejor aceptar la realidad y buscar soluciones lo antes posible.

3. Fomentar la empatía hacia la dislexia de su hijo, entendiendo que no se trata de una falta de voluntad o de capacidad, sino de una forma diferente de aprender. Evitar las críticas, las comparaciones y las presiones innecesarias, y valorar los esfuerzos y los logros del niño.

4. Colaborar con el colegio y con el especialista que atiende al niño, siguiendo sus orientaciones y pautas, y comunicando cualquier duda o dificultad que surja.

5. Ayudar al niño a realizar las tareas de lectura y escritura en casa, de forma divertida y lúdica, sin forzarlo ni agobiarlo. Utilizar recursos visuales, auditivos y táctiles que faciliten el aprendizaje. Leer con el niño cuentos, cómics, revistas o lo que le guste, y hacerle preguntas para comprobar su comprensión. Escribir con el niño mensajes, cartas, listas o lo que le motive, y corregir sus errores con tacto y paciencia.

6. Estimular la autoestima y la confianza del niño, haciéndole ver que la dislexia no le impide desarrollar otras habilidades y talentos. Animarle a participar en actividades que le gusten y le hagan sentir bien, como el deporte, la música, el arte, etc.

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